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Me gustaría contar todo esto sentada en la arena de la playa, o en un banco en cualquier calle de mi barrio mirando a la gente pasar como si nada. Como hace una semana, y parece que hace
un mes, me gustaría coger la llaves, los auriculares, ponerme las gafas de sol y salir corriendo, bajar los cuatro pisos sin ascensor y al abrir el portal, notar que me he dejado la cartera arriba. Enfadarme, resoplar, pensar en si subir o no subir... Y subir. Tropezarme con mi vecina Maricarmen que también está enfadada. Aunque ella no lleva cartera, no lleva nada de hecho. Solo sus gafas, los ojos pintados de azul y los labios rojos, a su manera, como siempre. Y su enfado hoy es porque le han llenado el cubo de basura de alcachofas. Lo abre para que vea que es verdad, y si... Está lleno de alcachofas. No lo entendemos ninguno de los dos, y me dice que a mí la vida me va a tratar bien porque soy bueno. Que ella lo sabe aunque no me conoce de nada. Bueno de algo sí. De contarme cada vez que nos cruzamos en la escalera que está sola, que se a caído pero que no se ha hecho daño, que no cuidan el cubo de la basura, que este país va de mal en peor, que el otro día llamó la policía porque dice que hay una vecina que antes era vecino y que es muy buena, que nadie le tiene que pegar por eso. Siempre que me cruzo con ella está enfadada y quejándose por algo y cuando me ve y me reconoce, por que le cuesta unos segundillos, siempre sonríe y me dice algo bonito. Y yo siempre le recuerdo que vivó en el cuarto. Que me avise si necesita algo. Pero creo que se defiende bien sola, porque nunca nos ha llamado. Me gustaría hasta coger el Metro. Y mira que intento no subirme nunca. Hasta pasear, que mira que me gusta poco... Quedarme en una terraza al solecito y apurar el café hasta que casi se vaya la luz. Y cuando se acabe, un vino. Que mañana no hay que madrugar. O sí. Pero nos da un poco igual. Me gustaría no salir de casa solo porque no me apetece salir no porque no debo... Porque poder, se puede. Solo hay que asomarse a la ventana. A ver cómo le explicas tú a tu hija pequeña que no puede salir a la calle mientras tus vecinos salen a comprar el periódico todas las mañanas, y por leche un rato después. Y algo más, porque ya han salido cuatro veces hoy. A ver cómo le explicas cuando crezca que vivió días en los que un virus decidió que se acabaron los abrazos. Que se acabó eso de saludarnos comiéndonos a besos. Que había que lavarse las manos cuatrocientas mil veces al día y no tocarse la cara. Aunque me toco la cara más que antes y claro... Otra vez a lavarme las manos. Que el catálogo de Netflix se nos iba a quedar corto. Y que quién tuviera ventana a la calle era la envidia del grupo. Que salimos a los balcones a aplaudir como homenaje a la gente que está trabajando para que esto salga bien a las 20:00h. O a las 22:00h, no sé...Cada uno dice una cosa. Que queríamos cantar "sobreviviere" de Monica Naranjo a todo pulmón pero no nos poníamos de acuerdo en la hora ni en el día. Que cancelaron por precaución "Operación Triunfo", que Buenafuente hacía el programa en su casa y que los informativos duraban casi 24 horas. Benditos periodistas... Que había vecinos jugando al bingo desde sus ventanas, montando discotecas en sus balcones o sacando el teclado para improvisar la banda sonora de "Titanic" con otro vecino que tiene un saxofón. Que hay festivales caseros con grupos cantando desde sus casas y que todo el mundo hace ejercicio con entrenadores personales en directo por Instagram pero que he bajado al súper corriendo con una mascarilla hace un rato para comprar comida y no quedaban donut ni cereales, por algo sera.. A ver cómo le explicas cuando crezca que no sabíamos hasta cuando íbamos a estar recluidos en casa haciendo más videollamadas que nunca. Incluso cuatros a la vez. Que te inventaste juegos y formas de entretenerla como para que te convalidaran tres años de educación infantil y que aun así ella seguía diciendo que quería calle. Que todos queríamos salir, cuando antes nos pasábamos el día pidiendo tiempo para estar en casa. Que parecía que aburrirse era un delito y todos teníamos que salir la cuarentena con un libro escrito, un cuadro pintado, con unas oposiciones estudiadas o un máster acabado. Que podíamos no hacer nada, mirar por la ventana sin más, dormir la siesta tres veces, pensar, leer o qué sé yo... Cualquier cosa. A menos que estuvieras enfermo, solo en casa, encerrada con quien no quieres vivir, en el hospital deseando que todo eso pasara, trabajando de sol a sol con pocos medios, en un hospital o en un hotel porque hasta los hoteles eran hospitales... y estuvieras viviendo todo esto de otra forma totalmente diferente a como lo viví yo. así que ahora que pienso... Voy a bajar a decirle a Maricarmen que vivo en el cuarto piso, por si no se acuerda y necesita algo.
By Juanjo Regel.
#yomequedoencasa